lunes, 20 de febrero de 2012

Mi lugar

Mi lugar es de todos pero soy el único que lo reclama, desde mi lugar puedo ver todo a mi alrededor, más nadie a mi alrededor puede verme, mi lugar lo creo yo, mi lugar cambia para mí, dependiendo de la hora me ofrece distintos deleites, en el día puedo pararme en él, y observar  la ciudad, sus sonidos y su vida, la belleza del cielo, las nubes que parecen salir de una pintura. Al atardecer éstas se bañan para morir en color rojizo, que luego se transforma en morado y amarillo, de entre estos colores nacen otras millones de tonalidades, que anuncian la despedida de ese día, como si se incendiaran para poder renacer al día siguiente como el Ave Fénix, la ciudad va pasando poco a poco a la obscuridad y las sombras parecieran acomodarse en sus lugares perfectos, en ese momento la luz y la sombra llegan por fin a una comunión casi religiosa, donde ambas son iguales, el frio y el calor parecen desaparecer, y en ese momento el silencio llega, como si la tierra descansara y se preparara para sobrevivir sola la noche que se avecina. Las criaturas diurnas, como las aves se ven danzar en el cielo, regresando a sus hogares donde se refugiarán de la noche.
Después todo se va consumiendo por la sombra, el cielo se pone su traje de luto, llega el momento más obscuro de la noche incluso antes de que ésta llegue, casi no hay sonidos y la tierra parece lamentar la falta del sol. Pero entonces, como en una sinfonía in crechendo, la noche va develando uno por uno sus secretos y tesoros, sin desesperarse, como una amante celosa, va descubriendo poco a poco su belleza anunciándose y enamorándonos poco a poco. Y de pronto, como clímax de la pieza musical más fina, surge su figura más amada y espectacular, la más grande y preciada de sus joyas, la cual se ofrece a si misma encarnando la femineidad de la tierra, vanidosa y altanera, nos regala su esperanza para observarla como la flor de la luz en la obscuridad, para no dejarnos absorber por la obscuridad, para amarnos también desde su altar de soledad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario